
El Director Regional de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior Maule conversó con Gabriela Azócar y Claudia Alonso sobre los desafíos del país frente a situaciones emergencias especialmente en el caso de incendios forestales.
Por Gabriela Azócar y Claudia Alonso
Carlos Bernales lleva 10 años en el cargo de Director Regional de la Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior (ONEMI) de la región del Maule conociendo de primera mano la evolución que ha tenido la institución en el manejo de emergencias en las comunidades del borde costero, el valle y cordillera. Bernales comenta que cuando comenzó en el cargo: “no existía un sistema de comunicación y menos un plan de trabajo con las comunidades, y nos enfocamos en eso. Actualmente después de todos estos años las comunidades saben lo que tienen que hacer de acuerdo con sus vulnerabilidades, especialmente en torno al riesgo de incendio forestales. Hemos logrado hacer alianzas estratégicas con las empresas privadas, con la red de prevención de incendios de empresas forestales, con la Corporación Nacional Forestal, y por supuesto con las juntas de vecinos que están insertas en los bosques”.
El Director Regional comenta que la región es eminentemente agrícola y forestal con una ruralidad que supera el 60% lo que la hace muy vulnerable a incendios forestales. Sumado a esto, la región es propensa a este tipo de emergencias por la sequía que la afecta desde hace 11 años: “Con el cambio climático hemos tenido incendios en pleno invierno, incendios de cordillera y de importancia. Entonces ya no solamente se habla de temporada de incendios forestales, considerando que antiguamente la época estival entre septiembre y marzo; hoy día todo el año tenemos la probabilidad de que ocurra un incendio forestal en la Región del Maule”.

A juicio de Bernales, las comunidades juegan un papel fundamental en el combate y prevención de emergencias. Por esta razón, ONEMI desarrolla una importante labor estableciendo alianzas estratégicas con entidades públicas y privadas. Al respecto señala: “Hicimos un trabajo con la red de prevención de incendios forestales de Mininco y Arauco, con la red de prevención la Corporación Nacional Forestal. También hemos trabajado, por supuesto, con nuestros aliados estratégicos que son los municipios, y con ellos hemos hecho microzonificación de riesgos, mapas de riesgos locales, y también cursos de primera respuesta comunitaria ante emergencias y desastres, y el plan familia preparada”.
Bernales puntualiza, sin embargo, que si bien el trabajo con las comunidades ha implicado mejoras en la preparación frente a emergencias, no ha sido lo mismo en cuanto a la prevención: “El chileno es reactivo. Ha costado mucho cambiar la actitud de las personas, sobre todo la de los adultos, entonces estamos trabajando hace muchos años con los niños. Cuando yo hablo de la red de prevención, hablo con CONAF, y hablamos de un plan integral de seguridad escolar, que es donde nos queremos avocar nosotros porque ya el adulto, lamentablemente, es reactivo, el adulto si bien tiene la conciencia, nos cuesta mucho trabajar en crear conciencia del autocuidado y la autoprotección. Por ejemplo, tenemos el kit de emergencia que las familias preparan: tienen radio con pilas, linternas con pilas, su botiquín de primeros auxilios y su mochila de emergencia, pero pasa un tiempo y se olvidan. Hasta que viene un sismo, se recuerdan y empieza a armarlo de nuevo. En cambio, el niño, si le enseñas desde chiquitito, entre más chico mejor, no se les olvida nunca más. Entonces, lamentablemente, es un trabajo a largo plazo”.
CONAF debe crecer en la región
En el caso particular de los incendios forestales, Carlos Bernales explica que después de los megaincendios que afectaron a la Región del Maule en 2016 y 2017 hubo un cambio en las tácticas de combate de incendios forestales que se denominó golpe único: “Antiguamente sí se veía un humo por los observadores torreros, motoristas, o cualquier llamado telefónico que se instale un humo en el Maule, iba un motorista o iba una primera brigada a verificar si efectivamente un pasto se estaba quemando o un bosque, y ahí empezaban recién a movilizar un helicóptero con una brigada. Hoy día, el golpe único significa que, si se ve o se observa un humo, se despachan todos los recursos aéreos y terrestres de inmediato. Ya no estamos apagando los bosques, estamos inundando los bosques, se tiene que atacar el incendio con todos los recursos disponibles, los recursos tanto públicos como privados”. Destaca además que se han mejorado los puntos de abastecimiento de agua y coordinación con Corma, CONAF y la empresa privada.
A juicio de Bernales lo que falta en la Región del Maule es que CONAF crezca: “la CONAF tiene que ponerse pantalones largos y ya no puede ser una corporación. CONAF tiene que crecer y debe tener mayores recursos todo el año. No se le puede entregar recursos a CONAF para una temporada de incendios forestales. CONAF debe tener recursos y brigadas para el combate de incendios forestales todo el año, porque los incendios están -como decía anteriormente- todo el año, la gente no puede ser de temporada, tiene que ser por lo menos a contrata si es que no es de planta, y los recursos tienen que estar disponibles siempre. No podemos llegar a mayo y no tener ninguna brigada en el Maule”.
La acción humana en la provocación de incendios forestales
En cuanto a los incendios forestales generados por la acción humana, Bernales plantea que: “La intencionalidad la confieren los tribunales de justicia. Nosotros no podemos determinar con qué intención una persona inició un incendio: si es para cobrar un seguro del bosque, para evitar un robo de madera, para robar madera, para esconder un asesinato, no tengo idea. Lo que yo sí creo es que el 99.2% de los incendios en Chile está a manos del hombre, de forma accidental o de forma negligente. En nuestra región, todavía el fuego se utiliza en la parte rural para muchas labores domésticas y diarias. Todavía hay mucha gente que hace roce de maleza, quema la zarzamora o quema pasto en enero a las tres de la tarde, porque su abuelo y su bisabuelo lo hacían, y entonces lo siguen haciendo. Y ahí es donde hay que realizar el cambio cultural, ¿con quién? con los niños. Entonces, en el 99.2% de los incendios, por lo menos en el Maule, está la mano del hombre y dejemos el otro 0.8% a los rayos en la alta cordillera”.
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